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lunes, 21 de noviembre de 2011

Jugada I

Su jugada era perfecta, un plan sin ningún fallo.
Atraparia a su presa para obtener de ella lo que él deseaba.
Ella estaba desvalida, era la única hembra sin dueño, por ello, una jauria de machos se contoneaban cerca de ella, tratando de ganársela.
Ella se sentía como una carnada, y se negaba a cualquier tipo de favor o ayuda. Orgullosa.
Se hallaba sentada en una silla, cerca de la pista de baile, delante de ella se movian a su alrededor los machos sin hembra, incitándola a bailar, reclamándola en aquel lugar. Cada uno se la trataba de disputar de forma diferente, unos tirándola de la mano, otros tratando de levantarla de la silla, otros con palabras, otros con gestos. Pero era inutil.

Harta decide que ya ha tenido suficiente National Geographic por hoy, y se dispone a salir a tomar aire fresco y relajarse.
Sin embargo un obstaculo se pone delante de ella y cuando ella lo rodea, él la agarra de la mano y la tira hacia él.
Ella no quiere resistirsele, porque es él.
Debió de estar muy seguro de sí mismo para conseguir aquella carnada, la táctica de esperar a que se maten entre ellos y luego recoger el trofeo.
Además disponia de información privilegiada, y por ello sabía que no se le resistiria.

La atrapó al vuelo, y la aprisionó en sus grandes brazos.
Y dijo, bailemos.
Bailaron.
Él se inclina, y ella no sabe si llegaria a recibir lo que ansiaba, y se pone de puntillas, como las niñas pequeñas. Y es entonces cuando le da un beso. Lo saborean lentamente, dejan de bailar. Sólo están aquellos labios y nada más. El mundo calla.
Hasta que se separan para coger aliento y suenan vítores...¿vitores?,¿todos lo vieron? Sí, todos, porque todos estaban al tanto.

Por ello su plan fue todo un éxito. Atrapó el amor aquel día.

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